Mel Kadel, Drip Drip

2.10.10

poesía escalpelo

La poesía también puede ser una enfermedad o un abceso...
Casi quirúrgica, más bien forense, Sharon Olds disecciona y se despoja, escribiendo, de lo dañino como de un cáncer. Directa, sin concesiones, una poesía brutalmente corpórea.



Querer

Esperé en el pasillo mientras su mujer
preparaba todo para la noche,
ajustaba el goteo, limpiaba la saliva
seca de las comisuras de sus labios,
comprobaba que la escupidera estuviera cerca,
el timbre prendido de la sábana,
como un chupador a la cuna.
Mientras, yo pensaba en el goteo,
en la manivela de acero de la cama,
en el timbre, la taza, la luz. Siempre lo supe
un objeto en un mundo de objetos.
Y es que no hablaba, a veces, por una semana,
se limitaba a hacer esas seña suyas:
si abría y cerraba los dedos como un pico,
mujeres parloteando; si se golpeaba la frente,
la estupidez de las mujeres te destruye.
Yo había dejado de esperar que me hablara
con sinceridad antes de morir.
Aguardé junto a la enfermería,
donde las mujeres dejan
las flores cuando se llevan sus bebés a casa.
Cuando ella salió de su habitación estaba radiante:
él le había tomado las manos, le había agradecido
cuanto había hecho por él durante veinte años,
y después le había dicho:
Quiero dedicarte el resto de mi vida.


Sharon Olds, El Padre

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