Mel Kadel, Drip Drip

31.12.11

futuralgia


Imagen: Lars Henkel

Futuralgia: dolor por la vida que podría ser, por la plenitud que cabría alcanzar. Rabia contra quienes nos amputan nuestras posibilidades mejores, en una época tenebrosa —la nuestra— donde el porvenir se halla trágicamente amenazado. Ardiente desconsuelo, sin resquicio por donde pudiera colarse la indecente denigración de lo humano.
Ferocidad, ninguna. Pero sí rabia: la rabia de una futuralgia que abrasa.

J. Riechmann, Economía, insostenibilidad, ceguera voluntaria, futuralgia


A pesar de todo, brindemos por el año que comienza...

30.12.11

chain of fools

Lo peor no es que exista un día de los inocentes, sino que haya inocentes que lo sean todos los días.



Moscas

Los demócratas
han aprendido
de las moscas:
cuanto mayor
sea el tamaño
de la mierda
tanto más grande
es el consenso.

Roger Wolfe, Arde Babilonia

28.12.11

muros, tierra, sal


Imagen: E Johansson

Aplicaron un plan de exterminio: arrasar la hierba, arrancar de raíz la última plantita todavía viva, regar la tierra con sal. Después, matar la memoria de la hierba. Para colonizar las conciencias, suprimirlas, vaciarlas de pasado. Aniquilar todo testimonio de que en la comarca hubo algo más que silencio, cárceles, tumbas. Estaba prohibido recordar. Se formaban cuadrillas de presos. Por las noches los obligaban a tapar con pintura blanca las frases de protesta que en otros tiempos cubrían los muros de la ciudad.
Pero la lluvia, de tanto golpear los muros, iba disolviendo la pintura blanca y reaparecían, poquito a poco, las porfiadas palabras.

Eduardo Galeano, El libro de los abrazos

26.12.11

piedras


Imagen: A Bonay

Esa piedra y la sangre de la piedra,
piedra que nos sangró,
que aceptó el sacrificio del cordero y se tiñó de rojo
construyendo en la carne filamentos,
extrañas construcciones de humana arqueología,
de cuerpos convertidos en barro consumado
pulverizado en polvo (el polvo que seremos)
en cantos como cráneos disgregados, peladas calaveras.
Fue piedra y manantial, será pared o alero.

Tenemos que creer que existe un orden cósmico
que nos libre del miedo, de la ausencia,
debemos confiar que existe un plan,
que el dueño de la piedra sabe bien qué se hace,
que no sea laberinto ni cadencia imprevista
ni lluvia pertinaz.

Si no es así yo clamo como Goethe por más luz
o quizás por madera,
más madera como nos pedía Marx
-a Groucho me refiero-
para armar una hoguera que nos libre
de años de exilio y conmiseraciones

Yo cuidaré del fuego.

22.12.11

más hierro



Rostros estropeados
espinazos rotos
currículos escritos hechos trizas
innecesarios.
Alambrada.
Tú escribes sobre el hombre en el campo de concentración
yo sobre el campo de concentración en el hombre
en tu caso las alambradas están en el exterior
en el mío anidan en el interior de cada uno de nosotros.

Ryszard Kapuściński, Poesía completa

11.12.11

más madera


Imagen: K Vojnar

Hemos alcanzado el estadio superior del desarrollo social,
cuando la cultura se emancipa por fin completamente de las
bases materiales de la existencia, delira el catedrático que
espurrea sus días entre París y Los Ángeles.
El general del Pentágono no puede contener los pujos de risa.
La obrera china se mira las manos.
Y alguien por detrás de la página piensa:
cuando se trata de elegir entre la vida y la muerte,
no hace falta en absoluto el refinamiento del quinto decimal.

Jorge Riechmann, Conversaciones entre alquimistas

19.11.11

¿por qué imagináis pájaros dorados?



1
Entre veinte montes nevados
lo único que se movía
era el ojo de un mirlo.

2
Yo era de tres pareceres,
como un árbol
en el que hay tres mirlos.

3
En el viento de otoño giraba el mirlo.
Tenía un papel muy breve en la pantomima.

4
Un hombre y una mujer
son uno.
Un hombre y una mujer y un mirlo
son uno.

5
Yo no sé si prefiero
la belleza de las inflexiones
o la belleza de las insinuaciones,
si el nido silbando
o después.

6
El hielo cubría el ventanal
de cristales bárbaros.
La sombra del mirlo
lo cruzaba de un lado a otro.
La fantasía
trazaba en la sombra
una causa indescifrable.

7
Oh, delgados hombres de Haddam,
¿por qué imagináis pájaros dorados?
¿No veis cómo el mirlo
anda entre los pies
de las mujeres que os rodean?

8
Conozco nobles acentos
e inevitables ritmos lúcidos;
pero también conozco
que el mirlo anda complicado
en lo que conozco.

9
Cuando el mirlo se perdió de vista
señaló el límite
de un círculo entre otros muchos.

10
Al ver mirlos
volar en la luz verde,
hasta los charlatanes de la eufonía
gritarían agudamente.

11
Viajaba por Connecticut
en un coche de cristal.
Una vez le entró el miedo,
por haber confundido
la sombra de su equipaje
con mirlos.

12
El río se mueve.
Estará volando el mirlo.

13
Toda la tarde fue de noche.
Nevaba,
iba a seguir nevando.
El mirlo se posó
en la rama del cedro.

Wallace Stevens, Trece maneras de mirar un mirlo

11.11.11

larga línea de tinta...


Imagen: A Bonay

Sólo se puede escribir la verdad si se da por sentado que lo que se escribe nunca será leído, que no lo leerá nadie más, ni siquiera uno mismo en fecha posterior. De otro modo, justificarse es inevitable. El que escribe tiene que ver aparecer las palabras como si del dedo índice de la mano derecha surgiese una larga línea de tinta y la izquierda lo fuese borrando.

Margaret Atwood, El asesino ciego

28.10.11

garganta


Imagen: A Binder

24 de marzo. Esta espera inenarrable, esta tensión de todo el ser, este viejo hábito de esperar a quien sé que no va a venir. De esto moriré, de espera oxidada, de polvo aguardador. Y cuando lleve un gran tiempo muerta, sé que mis huesos aún estarán erguidos, esperando: mis huesos serán a la manera de perros fieles, sumamente tristes cima del abandono. Y cuando recién muera, cuando inaugure mi muerte, mi ser en súbita erección restará petrificado en forma de abandonada esperadora, en forma de enamorada sin causa. Y he aquí lo que me mata, he aquí la forma de mi enfermedad, el nombre de lo que me muerde como un tigre crecido súbitamente en mi garganta, nacido de mi llamado.

A Pizarnik, Diarios

25.10.11

cuerpo



Debo tener un cuerpo, es una necesidad moral, una "exigencia". Y, en primer lugar, debo tener un cuerpo porque hay algo de oscuro en mí.

G Deleuze, El pliegue

21.10.11

carne


Imagen: A Agrela

Existen gritos intelectuales, gritos que provienen de la sutileza de las médulas. Eso es lo que yo llamo la Carne. Yo no separo mi pensamiento de mi vida. En cada una de las vibraciones de mi lengua vuelvo a hacer todos los caminos del pensamiento en mi carne.

Antonin Artaud, Posición de la carne

18.10.11

epidermis



El lenguaje es una piel: yo froto mi lenguaje contra el otro. Es como si tuviera palabras a guisa de dedos, o dedos en la punta de mis palabras. Mi lenguaje tiembla de deseo.

Roland Barthes, Fragmentos de un discurso amoroso

8.9.11

lección de anatomía


Imagen: A Agrela

Quiero tu piel, tus labios, los pájaros huyentes de tus músculos contráctiles, el pez volador de tu gemelo interno, tu sangre envuelta, la finísima arena que cubre tus glúteos mayores. Quiero tu calor pero no tu sangre; olvidar la sangre en la suavísima membrana de tu cutis; sentir el arado polisurco de tu vello.
Dar por no nacidas la vena poplítea, la arteria peronea, la red venosa del antebrazo, la femoral, la safena.


Max Aub, Campo de sangre

27.8.11

fenomenología urbana



Esta ciudad está habitada por fantasmas. Cuando recorro sus calles los encuentro intentando disimular su transparencia a cada paso. Unos caminan deprisa, cabizbajos con el periódico bajo el brazo, otros esperan silenciosos un autobús que nunca llegará, aquel en el quiosco de la esquina vende prensa extranjera. A ése le asesinaron una noche de invierno.
En los barrios muchas casas antiguas tienen puertas y ventanas que nunca se abren porque son ficticias. En el bulevar sólo algunos árboles me reconocen. Hay dos viejas acacias que recuerdan aquel extraño día.
Cuando al atardecer camino por sus aceras, todo el dolor del mundo se me agolpa, siento nostalgia del paraíso, de algún libro olvidado, de la voz que me llama.
Pero, esa noche de insomnio, después de haber deambulado por esas calles vacías, en esa hora en que bandadas de gorriones alzan el vuelo, esa hora en que los maniquíes nos miran desde los escaparates iluminados, acabo de descubrir que en la ciudad yo también soy un fantasma.

11.8.11

66 death airlines


Imagen: Z. Beksinski

¿Quién llora aún?

Llamaba
desde el fondo de la piedra arrasada
la muerte,
desde el fondo sediento de las aguas
la muerte,
desde el fondo anegado de las voces
la muerte,
desde el fondo sin fondo de la muerte
la muerte, blanca
como el cuerpo infinito de una niña extendida
desde el orto al ocaso.

Abrieron los cuchillos
la entraña de los pájaros
profetizando hacia el pasado ciegos.


Barría el humo las palabras perdidas:
sangre, abominación, especie, noche.


Ven ahora, la muerte, cúbrenos
con tu respiración y tu silencio
para que no sigamos
muriendo más como muertos sin término.

Dijiste,
y una voz te llegó
desde la sombra.
No la pudiste oír.
y aún llegó otra voz desde la sombra.

No la pudiste oír.
Y la tercera voz llegó
desde la muerte:

-Vive.

Lenta,
pronunciada, la voz, la muerte
quiso en ella vivir, vivirse,
negar la bastardía de esta muerte.


Y ahora que incesante
tanta memoria baja en la ceniza,
cúbrete tú de su ceniza,
de la que tú naciste.


¿Nacer de qué?
¿Morir de tanta muerte?


Nocturno viene el día contra las abiertas
entrañas de la noche.

Despertar.

¿A qué? Morir. ¿A qué?

¿Nacer al reino
de la calcinación?

Cuerpo del hombre
más alto que los cielos
¿qué hiciste de ti mismo?

J. A. Valente, Hibakusha


(*En el 66 aniversario de la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki)

15.7.11

esa tricefalia


Imagen: A. Ito

Un poeta debe ser más útil
que ningún ciudadano de su tribu.

Un poeta debe conocer
diversas leyes implacables.

La ley de la confrontación con lo visible,
el trazado de líneas divisorias,
la de colocación de un rompeaguas
y la sumaria ley del círculo.

Ignora en cambio el regicidio
como figura de delito
y otras palabras falsas de la historia.

La poesía ha de tener por fin la verdad práctica.

Su misión es díficil.

J A Valente, Noventa y nueve poemas

11.7.11

no habrá paz



Aunque el tiempo suave y despejado
sonríe de nuevo sobre el condado de tu estima
y sus colores regresan, la tormenta te ha cambiado:
no olvidarás, nunca,
la oscuridad que borra la esperanza, la tempestad
que profetiza tu perdición.

Debes vivir con tu conocimiento.
Muy atrás, más allá, fuera de tí hay otros
en ausencias sin luna, de los que nunca supiste,
quienes desde luego supieron de tí,
seres de género y número desdonocidos:
y no les gustas.

¿Qué les has hecho?
¿Nada? Nada no es una respuesta:
llegarás a creer -¿cómo vas a evitarlo?-
que se lo hiciste, que les hiciste algo;
te encontrarás deseando poder hacerles reír,
ansiarás su amistad.

No habrá paz.
Contrataca, pues, con todo el valor que tengas
y todos los amagos canallas que conozcas,
con la tranquilidad de conciencia de que
su causa, si la tuvieron, no les importa ahora en absoluto;
odian simplemente por odiar.

W. H. Auden, Canción de cuna y otros poemas

30.6.11

¿reparará el verano todos nuestros pecados?


Imagen: A. Jansson

Como isla lluviosa
me exalta el líquido horizonte infinito.

Pecado conocer las palabras oscuras.

Precisa un hacha para apartar las olas,
una escala celeste.

Achicando recuerdos,
la memoria desdeña lo que huye.
Nada tiene más peso que la ausencia.
Te llamo y alzo el brazo a la manera de un ahogado.

Entonces la gran lluvia y el pájaro perdido.

Retiradas las aguas,
se yergue la silueta de una torre inconclusa.

Surge la voz que desdeña cualquier grito.
¿Qué grito hubiera estado a la altura del G R I T O?

Hay una sola palabra para todos los gritos.


28.6.11

calidad del vacío


Imagen: J. Yerka

Magia, estremecimiento. El pececillo relampaguea en su pecera. La habitación resplandece, ya no hay Ackerstrasse, no hay casa, no hay fuerza de la gravedad ni fuerza centrífuga. La desviación hacia el rojo de los rayos en el campo de gravitación del sol, la teoría cinética de los gases, la transformación del calor en trabajo, las ondas eléctricas, los fenómenos de inducción, la densidad de los metales, de los líquidos y de los metaloides sólidos han desaparecido, se han hundido, se han extinguido.

Alfred Döblin, Berlín Alexanderplatz

23.6.11

¿quién me ha ungido?


Imagen: K Hosseini

Si vieras a la que en mí sin ti duerme en un jardín en ruinas en la memoria. Allí yo, ebria de mil muertes, hablo de mí conmigo sólo por saber si es verdad que estoy debajo de la hierba. No sé los nombres. ¿A quién le dirás que no sabes? Te deseas otra. La otra que eres se desea otra. ¿Qué pasa en la verde alameda? Pasa que no es verde y ni siquiera hay una alameda. Y ahora juegas a ser esclava para ocultar tu corona ¿otorgada por quién? ¿quién te ha ungido? ¿quién te ha consagrado? El invisible pueblo de la memoria más vieja. Perdida por propio designio, has renunciado a tu reino por las cenizas.

Quien te hace doler te recuerda antiguos homenajes. No obstante, lloras funestamente y evocas tu locura y hasta quisieras extraerla de ti como su fuese una piedra, a ella, tu solo privilegio. En un muro blanco dibujas las alegorías del reposo, y es siempre una reina loca que yace bajo la luna sobre la triste hierba del viejo jardín. Pero no hables de los jardines, no hables de la luna, no hables de la rosa, no hables del mar. Habla de lo que sabes. Habla de lo que vibra en tu médula y hace luces y sombras en tu mirada, habla del dolor incesante de tus huesos, habla del vértigo, habla de tu respiración, de tu desolación, de tu traición. Es tan oscuro, tan en silencio el proceso a que me obligo. Oh habla del silencio.

19.6.11

pinzamiento

La Bélgica de Chantal.



[Etterbeek]

Túnel oscuro. Cartel Norte. Dentro cálido. Fuera reloj en alto cuadrante arriba chimeneas. Hojas secas de sol apenas o de vez en cuando. Túnel. Acabará. Acabará, consiste. Sentir o constatar que algo acaba. El túnel. Es posible. Mejor el frío fuera dice alguien. Cartel azul y blanco. Dentro malva. Entran todos entran. Todos es lo que se mueve en túnel a través. En su sitio. Cada cual en su sitio pegado a él por un cable en su oído. Sin túnel casas alineadas ramas secas imagen también seca. De mí. Sin mí. Nostalgia abajo todo escapa. Cemento gris fachadas. Rectas. In-hóspitas y. De vuelta el reloj el reloj Etterbeek sin destello la grúa. Verde y también anaranjada en las vías piedras hojas escarcha en los tejados cuadraditos de hierba nieve escasa en los taludes nostalgia pinzamiento.

17.6.11

punzón o lengua


Imagen: J. Pollock

Uno puede inventarse su lengua y hacer hablar la lengua pura con un sentido fuera de lo gramatical pero es necesario que ese sentido sea válido en sí, es decir que venga del pavor — pavor esa vieja sierva de pena, ese sexo de cepo enterrado que saca sus versos de su enfermedad: el ser, y no soporta que se lo olvide. [...]

Cuando se cava la caca del ser y de su lenguaje, es necesario que el poema huela mal. [...] Abandonar el lenguaje y sus leyes para retorcerlos y pelar la carne sexual de la glotis de donde surgen las acritudes seminales del alma y los lamentos del inconsciente está muy bien, pero a condición de que el sexo se sienta como un orgasmo insurgente, perdido, desnudo, uterino, lastimoso también, inocente, asombrado de que se lo repruebe, y que no aparezca, ese trabajo, como el éxito de una carencia donde el estilo hiede en cada ángulo de sus discordancias los olores a rancio de un espíritu harto.

Antonin Artaud, Cartas desde Rodez


Curiosa reflexión desde la insania lúcida. Interesante. Ya entiendo porque se ven tantos poetas de nariz levantada...

9.6.11

formación




Pensar que uno es perfecto y convencerse de forma gradual de que no lo es. Eso ya es bastante tarea para una vida humana.

Czeslaw Milosz

17.5.11

continuidad de los parques




En cierto modo, los parques son una pausa. Lugares llenos de nada, excepto aire, luz, pájaros y alguna gente perdida perdiéndose.
Significan una perturbación, un sesgo en nuestros rituales animalizados. El absoluto trivial, ese punto de fuga. O un agujero en nuestro espacio-tiempo, una fisura que nos muestra mundos paralelos, pequeñas regiones ajenas donde las variaciones son mínimas.

En las horas oscuras, en esos verdes pabellones, en su verde penumbra casi táctil o en su negrura, algunas formas apenas entrevistas poseen la profundidad del vacío. Esa oscuridad sugiere una discordancia, la antimateria. Después, todo continúa. Nada ha sido olvidado. Todo está y no está.

7.5.11

sístoles



O son ojos o estrellas o son piedras o ríos
lo que siento si toco despacio tus falanges,
tus dedos de raíces como ramas antiguas,
como vértebras dulces.

Te busco en el convento de los atardeceres,
-las campanas sonando,
la ermita de tu voz como rezos callados.
La lluvia en la cocina me recuerda tu ausencia,
el lirio en el rincón me recuerda que existes.
Y una granada sola fructifica y madura
como dos corazones de sangre en la arboleda.

La estrella entre los huesos al bajar las mareas
como sístoles lentas,
y la mano en la mano y esas cartas intactas
nos recuerdan el día, las salidas guardadas.
El fuego sobre el cielo a veces nos sorprende
cuando nos llueve el gozo.

La canción, el silencio.

4.5.11

la sublime realidad


Imagen: K. Vojnar

El Hombre Polilla

Aquí, arriba,
las grietas de los edificios se llenan de desmesurada luz de luna.
Toda la sombra total del hombre es sólo tan grande como su sombrero.
Yace a sus pies y semeja a un círculo donde puede pararse una muñeca
y él es como un alfiler invertido, la imantada punta hacia la luna.
No ve la luna; observa solamente sus infinitas propiedades,
y siente la extraña luz sobre sus manos, ni cálida ni fría,
una temperatura imposible de registrar en termómetros.

Pero cuando el Hombre Polilla
hace sus raras y ocasionales visitas a la superficie,
la luna parece muy distinta. Emerge
desde una abertura bajo el borde de una de las aceras
y nervioso comienza a escalar las caras de los edificios.
Piensa que la luna es un agujero en lo alto del cielo,
demostrando que la protección del cielo es del todo inútil.
Tiembla, pero debe investigar hasta dónde puede escalar.

Por las fachadas,
arrastra tras de sí su sombra como un trapo de fotógrafo,
sube con miedo, pensando que esta vez conseguirá
meter su pequeña cabeza en esa abertura redonda y limpia
y ser arrastrado a través de ella como por un tubo en
volutas negras contra la luz.
(El hombre, parado debajo de él, no se hace esas ilusiones)
Pero el Hombre Polilla debe hacer lo que más teme, aunque,
claro, fracase, y caiga asustado pero sin lastimarse apenas.

Entonces vuelve
a los pálidos subterráneos de cemento a los que llama casa.
Revolotea, se agita, y no puede montarse en los trenes silenciosos
con la celeridad que le convendría. Las puertas se cierran rápidamente.
El hombre polilla siempre se sienta en sentido contrario
y el tren arranca de inmediato, a toda velocidad,
sin cambiar de marchas ni moverse gradualmente.
No puede calcular la velocidad a la que viaja hacia atrás.

Cada noche debe
ser transportado a través de túneles artificiales y tener sueños recurrentes.
Así como las traviesas se repiten bajo su tren, éstas subyacen
en su precipitado cerebro. No se atreve a mirar por la ventana,
porque el tercer raíl, la intacta corriente de veneno,
corre ahí a su lado. La mira como a una enfermedad
cuya susceptibilidad ha heredado. Tiene que llevar
las manos en los bolsillos, como otros deben llevar mitones.

Si lo atrapas,
ilumínale los ojos con una linterna. Es todo pupila negra,
una noche entera en sí misma, cuyo horizonte de pelos se
contrae cuando él devuelve la mirada y cierra los ojos. Entonces, de
los párpados se desliza, como el aguijón de una abeja, una lágrima, su única posesión.
Se la enjuga con disimulo, y si no estás atento
se la tragará. Pero si lo vigilas, te la entregará,
fría como de manantiales subterráneos y lo bastante pura para
ser bebida.

Elizabeth Bishop, Norte & Sur

30.4.11

refugios


Imagen: G. Matta-Clark

¿Dónde estará mi inhóspita guarida?
Todas han sido mis habitaciones,

la ciudad y la calle se han metido en mi cuarto.
Me alojaron los espacios vacíos, las mismas avenidas,
barrios de piedra exacta,
bulevares, teatros, santuarios y claustros
reproduciéndose, repitiéndose siempre.

Hablo también de esos atardeceres y de sus luces nómadas,
de los brillos de astros sobre las terrazas.
También de grandes edificios donde no habita nadie,
desiertos de cemento donde nunca se para el autobús,
de nada sin volumen presintiendo la entraña,
la fuerza y el empuje del cimiento.

Y en medio el sueño.
(¿Podré decir a todos que soñamos?)

Que he sido yo mi único arquitecto
de mi casa volante y su humo de azoteas.
Que ya no viven pájaros en mi cabeza.

Qué hubo, qué se hizo, qué se pudo decir
que queden los residuos.
Pues hay mortalidad en el gusano,

la piedra de la sabiduría si permanecerá
(la palabra) vivirá entre nosotros.

La piel perecerá y no el muro y la piedra,
cuartos vacíos en una tarde gris.
Los otros y nosotros terreno edificable.

Arquímedes lo supo,
cuando el cuerpo ha partido queda el lugar vacío
que se vuelve a llenar como el mar con las olas.

28.4.11

ese lugar


Imagen: D. Mitev

Más allá de la oreja existe un sonido, en el extremo de la mirada un aspecto, en las puntas de los dedos un objeto: es allí adonde voy. En la punta del lápiz el trazo. Donde expira un pensamiento hay una idea, en el último suspiro de la alegría otra alegría, en la punta de la espada la magia: es allí adonde voy. En la punta del pie el salto. Parece la historia de alguien que fue y no volvió: es allí adonde voy. ¿O no voy? Voy, sí. Y vuelvo para ver cómo están las cosas. Si continúan mágicas. ¿Realidad? Yo os espero. Es allí adonde voy. En la punta de la palabra está la palabra. Quiero usar la palabra "tertulia", y no sé ni dónde ni cuándo. Al borde de la tertulia está la familia. Al borde de la familia estoy yo. A la orilla de mí estoy yo. Es hacia mí adonde voy. Y de mí salgo para ver. ¿Ver qué? Ver lo que existe. Después de muerta es hacia la realidad adonde voy. Mientras tanto, lo que hay es el sueño. Sueño fatídico. Pero después, después todo es real. Y el alma libre busca un rincón para acomodarse.

Soy un yo que anuncia. No sé sobre qué estoy hablando. Estoy hablando de nada. Yo soy nada. Después de muerta me agrandaré y me esparciré, y alguien dirá con amor mi nombre. Es hacia mi pobre nombre adonde voy. [...] En el extremo de mí estoy yo. Yo, implorante, yo, la que necesita, la que pide, la que llora, la que se lamenta. Pero la que canta. La que dice palabras. ¿Palabras al viento? Qué importa, los vientos las traen de nuevo y yo las poseo. Yo a la orilla del viento. La colina de los vientos aullantes me llama. Voy, bruja que soy. Y me transmuto. Oh, perro ¿dónde está tu alma? ¿Está cerca de tu cuerpo? Yo estoy cerca de mi cuerpo. Y muero lentamente. ¿Qué estoy diciendo? Estoy diciendo amor. Y cerca del amor estamos nosotros.

Clarice Lispector, Es allí a donde voy

23.4.11

vampiros en la ciudad


Imagen: Misha Gordin

El lamento del vampiro

Vosotros, todos vosotros, toda
esa carne que en la calle
se apila, sois
para mí alimento,
todos esos ojos
cubiertos de legañas, como de quien no acaba
jamás de despertar, como
mirando sin ver o bien sólo por sed
de la absurda sanción de otra mirada,
todos vosotros
sois para mí alimento, y el espanto
profundo de tener como espejo
único esos ojos de vidrio, esa niebla
en que se cruzan los muertos, ese
es el precio que pago por mis alimentos.

Leopoldo María Panero, Last night together


19.4.11

este exilio

El hogar es una idea que sólo las naciones de los sin hogar aprecian plenamente y sólo comprenden quienes no tienen raices.


Imagen: Masaccio

Es la Eva de Masaccio, más desolada que Adán, porque él puede inventar el arco y las flechas y la lanza, pero ella sólo puede volver a intentar reunir fuera del paraíso una copia imperfecta de lo que ha perdido. Y no sin culpa, además.
Wallace Stegner, Ángulo de reposo

31.3.11

la urbe inmóvil

Ciudad como producción rutinaria. Como corriente subterránea de productividad cotidiana. Apretando los dientes. Percibiendo cada mes los dividendos de nuestra inversión en aislamiento.
Personajes de Kafka sudando en su cubil. Esa consumida palidez de espacios cerrados. O el arte olvidado.


29.3.11

las ciudades y el deseo


Imagen: J. Genovés

En Cloe, gran ciudad, las personas que pasan por las calles no se conocen. Al verse imaginan mil cosas las unas de las otras, los encuentros que podrían ocurrir entre ellas, las conversaciones, las sorpresas, las caricias, los mordiscos. Pero nadie saluda a nadie, las miradas se cruzan un segundo y después huyen, husmean otras miradas, no se detienen.

Pasa una muchacha que hace girar una sombrilla apoyada en su hombro, y también un poco la redondez de las caderas. Pasa una mujer vestida de negro que representa todos los años que tiene, con ojos inquietos bajo el velo y los labios trémulos. Pasa un gigante tatuado; un hombre joven con el pelo blanco; una enana; dos mellizas vestidas de coral. Algo corre entre ellos, un intercambio de miradas como líneas que unen una figura a la otra y dibujan flechas, estrellas, triángulos, hasta que todas las combinaciones en un instante se agotan, y otros personajes entran en escena: un ciego con un guepardo sujeto con cadena, una cortesana con abanico de plumas de avestruz, un efebo, una mujer descomunal. Así, entre quienes por casualidad se juntan para guarecerse de la lluvia bajo un soportal, o se apiñan debajo del toldo del bazar, o se detienen a escuchar la banda en la plaza, se consuman encuentros, seducciones, copulaciones, orgías, sin cambiar una palabra, sin rozarse con un dedo, casi sin alzar los ojos.

Una vibración lujuriosa mueve continuamente a Cloe, la más casta de las ciudades. Si hombres y mujeres empezaran a vivir sus efímeros sueños, cada fantasma se convertiría en una persona con quien comenzar una historia de persecuciones, de simulaciones, de malentendidos, de choques, de opresiones, y el carrusel de las fantasías se detendría.

Italo Calvino, Las ciudades invisibles

27.3.11

arquitectura oculta

Ciudad como descubrimiento de la propia individualidad frente a la multitud.


Imagen: Sasha & Cami Stone

Se sacudió, tragó saliva. Se pisó un pie. Luego tomó carrerilla y se subio al tranvía. En medio de la gente. En marcha. Al principio era como cuando uno está en el dentista, que coge la raíz con las tenazas y tira; el dolor aumenta, la cabeza está a punto de estallar. Volvió la cabeza atrás, hacia la pared roja, pero el tranvía volaba con él sobre los raíles, y sólo su cabeza quedó mirando hacia la prisión. El tranvia tomó una curva, se interpusieron árboles, casas. Aparecieron calles animadas, la Seestrasse; subió y bajó gente. Dentro de él, algo gritaba horrorizado: cuidado, cuidado, ya empieza. La punta de la nariz se le helaba, algo temblaba en sus mejillas.

"Zwölf Uhr Mittagszeitung", "B. Z.", "Die neuste Illustrirte", "Die Funkstunde neu". "Billetes, por favor". Los polis llevan ahora uniformes azules. Se bajó otra vez del tranvía sin ser notado, estaba entre personas. ¿Qué pasaba? Nada. Un poco de compostura, cerdo famélico, haz un esfuerzo o te parto la cara. Gentío, qué gentío. Cómo se agita. Mi sesera necesita engrase, seguro que estará seca. ¿Qué era todo aquello? Tiendas de zapatos, tiendas de sombreros, lámparas eléctricas, tascas. La gente tiene que tener zapatos para poder correr tanto, también nosotros teníamos una zapatería, no hay que olvidarse. Cientos de cristales relucientes, déjalos que brillen, no te irán a dar miedo, te los puedes cargar, qué pasa con ellos, los acaban de limpiar. Estaban levantando el pavimento en la Rosenthaler Platz, caminó con los demás por los tablones.

Uno se mezcla con los otros, todo se arregla, no notas nada, muchacho. En los escaparates había figuras con trajes, abrigos, con faldas, con medias y zapatos. Fuera todo se movía, pero... detrás... ¡nada! ¡Nada... vivía! Aquello tenía rostros alegres, se reía, aguardaba en el islote del tráfico frente a Aschinger en grupos de dos o de tres, fumaba cigarrillos, hojeaba periódicos. Estaba allí como las farolas... y... se quedaba cada vez más rígido. Formaba una unidad con las casas, todo blanco, todo de madera.

Alfred Döblin, Berlin Alexanderplatz

26.3.11

la ciudad incierta (2)


Ciudad como organismo vivo en crecimiento constante.
Expandida, dispersa recursos sobrantes como semilla de ciudades.

22.3.11

brevedad de la luz


Imagen: S. Mann

Y he bajado a la calle. Esa lluvia que cae sobre los adoquines va dejando fisuras. Como un temblor de luces sobre los pavimentos se presiente la noche y buscamos las lámparas.
No distingo mi cuarto entre tanto edificio que me oculta la luz y el brillo de la noche. Y me cierro hacia dentro y encojo mis rodillas entre las hierbas altas de suaves descampados. (Los solares no brillan de estrellas accesibles como ese firmamento que cubre las ciudades)
En las habitaciones, donde duermen los pájaros, no habita la inocencia sino un rumor cerrado de esa primera impronta del deseo no cumplido y la sombra expresada.
Y es de noche en los cuartos. Y buscamos la luz.

10.3.11

claridad y llama

Moment
Los instantes claros son tan breves

hay mucha más oscuridad

más océano que tierra firme

más sombra que forma.

...lo que esperamos de la poesía no es el sarcasmo, la ironía, la distancia crítica, la sabia dialéctica ni el chiste inteligente (aunque todas estas virtudes de la mente cumplen su papel a la perfección siempre que se hallen en su sitio, en un tratado lleno de erudición, un ensayo o un artículo publicado en un periódico de oposición) sino la visión, el fuego y la llama que acompaña a los descubrimientos espirituales.
En otros terminos, lo que esperamos de la poesía es la poesía.

Adam Zagajewski

8.3.11

máscara o metáfora...

Pongámonos la máscara en este carnaval,
en esta loca fiesta de disfraces.

Fiesta / disfraz o doppelgänger.

5.3.11

semántica


Imagen: Parkeharrison

Imagínese que dos hombres tengan cogido a un puma con dos cuerdas. Si quieren acercarse uno al otro, el puma atacará, pues los lazos se aflojan: sólo si los dos tiran al mismo tiempo, el puma quedará a la misma distancia de uno y de otro.
Este es el motivo por el que el que lee y el que escribe difícilmente se acercan: entre los dos, capturado, está el pensamiento común, atado con cuerdas que tiran en direcciones opuestas. Si ahora le preguntásemos al puma, es decir al pensamiento, cómo ve a estos dos hombres, podría responder que los seres comestibles están tirando con las cuerdas de algo que ellos no pueden comer...
Milorad Pavic, Diccionario Jázaro

28.2.11

diferencia


Imagen: Francesca Woodman

Él sale a cazar, ella se queda charlando y cuidando el fuego. Desde ese instante primordial, parecería que los papeles del drama quedan repartidos para toda la eternidad. Seguirían decenas de miles de años de encuentros difíciles, de desamor preprogramado, de sensualidad apenas mordisqueada, de lances vampíricos, de santificada ignominia.

Por eso detengámonos, elevemos una plegaria muda a los pájaros rojinegros de ojos siempre abiertos que conocen los engranajes de la leyenda y ahora están haciendo moverse el sol, apoyemos ambas manos sobre el fulcro del mediodía: ¿y si en el momento siguiente él vuelve, deja caer las armas, ofrece un buche de licor, conversan, se retiran para amarse larga y parsimoniosamente, y salen luego juntos a recoger hojas y frutos.

Jorge Riechmann, Conversaciones entre alquimistas

25.2.11

evacuation zone

Consciente del trayecto y del ligero cambio de paisaje.
La vida tampoco suele ir en línea recta, ya lo sé.
Pero los días iguales no te enseñan a dominar el arte de la pérdida,
la rutina inconsciente.
(Algunas mañanas cuando me despertaba
yo también creía que me había convertido en un negro y repugnante insecto...)


Imagen: Logan Hicks

Ya sientes la mirada de los peces.

Estás en la pecera. Se dirige hacia el norte.


Esférica la tierra.

Y transparente.

Creo que hay luz.

La veo en los espejos.

15.2.11

familias


Imagen: G Slota

Todas las familias felices se parecen entre sí, pero las infelices lo son cada una a su manera.
Leon Tolstoi, Ana Karenina

Familia
Una mujer, un hombre,
una niña, un niño,
un perro, una perra
y una fosa séptica.
Javier Corcobado, Cartas a una revista pornográfica viuda

Las historias familiares son parecidas, había dicho ella, los personajes se reproducen y se superponen -siempre hay un tio que es un tarambana, una enamorada que se queda soltera, hay siempre un loco, un ex alcohólico, un primo al que le gusta vestirse de mujer en las fiestas, un fracasado, un ganador, un suicida- pero en este caso lo que complicaba las cosas era que la historia de la familia se superponía con la historia del pueblo.
Ricardo Piglia, Blanco nocturno

14.2.11

sinapsis



¡HACED RIZOMA y no raíz, no plantéis nunca! ¡No sembréis, horadad! ¡No seáis uno ni múltiple, sed multiplicidades! ¡Haced la línea, no el punto! La velocidad transforma el punto en línea. Sed rápidos, incluso sin moveros. Línea de suerte, línea de cadera, línea de fuga. ¡No suscitéis un General en vosotros! Nada de ideas justas, justo una idea. Tened ideas cortas. ¡Haced mapas y no fotos ni dibujos! ¡Sed la Pantera Rosa y que vuestros amores sean como los de la avispa y la orquídea, el gato y el babuino!

Deleuze, Guattari. Rizomas, Introducción

1.2.11

percepción dinamita


Imagen: F. Bacon

Nos anteceden las MIL VANGUARDIAS DESCUARTIZADAS EN LOS SESENTA.
Las 99 flores abiertas como una cabeza abierta.
Las matanzas, los nuevos campos de concentración.
Los Blancos ríos subterráneos, los vientos violetas.

Son tiempos duros para la poesía, dicen algunos, tomando té, escuchando música en sus departamentos, hablando (escuchando) a los viejos maestros. Son tiempos duros para el hombre, decimos nosotros, volviendo a las barricadas después de una jornada llena de mierda y gases lacrimógenos, descubriendo / creando música hasta en los departamentos, mirando largamente los cementerios-que-se-expanden, donde toman desesperadamente una taza de té o se emborrachan de pura rabia o inercia los viejos maestros.

Nos antecede la HORA ZERO.

((Cría zambos y te picarán los callos))

Aún estamos en la era cuaternaria. ¿Aún estamos en la era cuaternaria?
Pepito Tequila besa los pezones fosforescentes de Lisa Underground y la ve alejarse por una playa en donde brotan pirámides negras.
[...]
La verdadera imaginación es aquella que dinamita, elucida, inyecta microbios esmeraldas en otras imaginaciones. En poesía y en lo que sea, la entrada en materia tiene que ser ya la entrada en aventura. Crear las herramientas para la subversión cotidiana. Las estaciones subjetivas del ser humano, con sus bellos árboles gigantescos y obscenos, como laboratorios de experimentación. Fijar, entrever situaciones paralelas y tan desgarradoras como un gran arañazo en el pecho, en el rostro. Analogía sin fin de los gestos. Son tantos que cuando aparecen los nuevos ni nos damos cuenta, aunque los estamos haciendo / mirando frente a un espejo. Noches de tormenta. La percepción se abre mediante una ética-estética llevada hasta lo último.

Las galaxias del amor están apareciendo en la palma de nuestras manos.

-Poetas, suéltense las trenzas (si tienen)
-Quemen sus porquerías y empiecen a amar hasta que lleguen a los poemas incalculables.
-No queremos pinturas cinéticas, sino enormes atardeceres cinéticos.
-Caballos corriendo a 500 kilómetros por hora.
-Ardillas de fuego saltando por árboles de fuego.
-Una apuesta para ver quién pestañea primero, entre el nervio y la pastilla somnífera.

El riesgo siempre está en otra parte. El verdadero poeta es el que siempre está abandonándose. Nunca demasiado tiempo en un mismo lugar, como los guerrilleros, como los ovnis, como los ojos blancos de los prisioneros a cadena perpetua.
Roberto Bolaño, Primer Manifiesto Infrarrealista (fragmento)

27.1.11

arquitectura ósea


Imagen: E Atget

En la ciudad, la lentitud es bella. Cierta vida furtiva ilumina los días. Esa luz, recortada por sombras y edificios. Esa existencia múltiple, confusa, irregular, de seres.

Si observamos delimitamos la inexactitud. Enero, sí, y casas lavadas por la lluvia sobre ese suelo húmedo. Piedra oculta. Lo único que poseemos es este segundo. Ni nuestra carne ni tan solo la arquitectura de nuestros huesos. Quizás una hora entera. El cuenco de las manos, ese café. Espejismo de carne. Lugar inhóspito.
En realidad, esa ciudad tampoco existe.

25.1.11

de cara a la pared


Imagen: Goya, Perro semihundido

Y en el sueño nocturno, de cara a la pared -en este cuarto solo como un cuarto de hora- nos succiona el abismo en el piso vacío.
Esa luz ya no existe, es la carne entre el caos, y hay un perro que ladra con nuestra piel humana.

Despertamos de pie,
ojos recién abiertos como una cerradura. Y en este cuarto, a tientas, nos tocamos las manos, suavemente.

Lámpara a plena cara como una estrella blanca
-luz al final del túnel- y miramos despacio a través del cristal: las torres del futuro no podrán ocultar los amplios firmamentos.

23.1.11

pero los muros


Imagen: A Suwa

Todos esos reflujos comienzan en mí. Mostradme la inserción de la tierra, la bisagra de mi espíritu, el atroz nacimiento de mis uñas. Un bloque, un inmenso bloque artificial me separa de mi mentira. Y ese bloque tiene el color que cada uno quiere. El mundo deja allí su baba como el mar sobre las rocas y como yo con los reflujos del amor.

Perros, habéis terminado de hacer rodar vuestros guijarros sobre mi alma. Yo. Yo. Dad vuelta a la página de los escombros. También yo espero el pedregullo celeste y la playa sin márgenes. Es necesario que ese fuego comience en mí. Ese fuego y esas lenguas y las cavernas de mi gestación. Que los bloques de hielo retornen a encallar bajo mis dientes.

Tengo el cráneo espeso, pero el alma lisa, un corazón de materia encallada. Carezco de meteoros, carezco de fuelles ardientes. Busco en mi garganta nombres, y algo como la pestaña vibrátil de las cosas. El olor de la nada, un tufo de absurdo, el estiércol de la muerte total. El humor ligero y rarefacto. También yo no espero sino al viento. Que se llame amor o miseria casi no logrará hacerme encallar sino en una playa de osamentas.

Antonin Artaud, L'Art et la mort

21.1.11

de huecos

Imagen: A. Vázquez
Alguien dijo que el misterio de un libro no está en su final, sino en su principio. Cada uno de mis libros deja atrás una época, un modo de estar, y después de cada uno viene un vacío, una incapacidad de sentir emoción. Como si de una enfermedad se tratase, todo se vuelve irreal: mi vida, la manera en que según observo se relacionan las personas, la falta de sentido en casi todo lo que oímos -pura palabrería sin soporte, sin raíz: telarañas de las que parece imposible desprenderse. Todo resulta entonces aleatorio: ya no sólo por la intrínseca movilidad y gratuidad de las cosas, por el azaroso vaivén de la vida, sino por esta confusión de lenguas, por el progresivo vaciamiento de las palabras.
Esa desesperanza, ese volverse todo ajeno cuando no claramente detestable o peligroso, lo atempera la escritura. Un poema, lo sabemos como lectores, es el lugar donde las palabras alcanzan a las cosas: en él late el hálito de lo que no estará o de lo que estará cuando uno ya no esté. Reconocer y nombrar lo descarnado, pero no perecer: conservar pensamiento y emoción y tejido con el mundo; así, el poema.

"Arrebato", la mítica película de Iván Zulueta, reivindicaba un cine-mundo, un cine que diese cuenta de la pausa, del parón, del vértigo temporal en una imagen. Ahora alguien me cuenta: “ayer estaba en la cocina, la cocina da a un camino en pendiente y llovía; sólo se veía agua que arrastraba barro, un río de barro que bajaba, y abajo, en el borde inferior de la ventana, el verde de las plantas que tengo allí”. Eso es pausa. O lo escasos que son los lazos verdaderamente fuertes. La enfermedad, sabemos, ocupa a veces el espacio del alma, es el alma: la falta de emoción. Después uno vuelve poco a poco en sí y encuentra lo que se va quedando en la cabeza.
El poema, como determinada pintura, parece resultar de una atención extrema, de ese hacernos melancólicos y extraños vigilantes de lo que está ahí, de lo que no somos y que por completo nos atrapa y nos ocupa. Lo que pasa al corazón.
Olvido García Valdés, El último tercio del siglo. Antología consultada de la poesía española

18.1.11

especie en extinción

Imagen: J C Mestre

Por Júpiter, camaradas, algo debemos haber hecho mal para que la gente sensible se aburra ya de escucharnos. ¿O es que acaso deberíamos tirar confeti en los recitales? Se acabaron los buenos tiempos cuando éramos multitudinarios. Ahora hay que ser gladiadores para salir en televisión. Nos tildan de cachivaches. Hay tanto botarate suelto. Por cierto, bien poco se nos agradece tamaño esfuerzo platónico. Se ignora que somos los inmortales en su versión resumida. Quién recuerda tantos elogios y loas, aquellos atajos al infinito cada Miércoles de Ceniza. No creo que tengamos manía persecutoria, pero aseguran que las encuestas dan ganadores a los cantantes. Adiós para siempre a las becas, good bye a los lectorados. Fastidia ver a los ciclistas corriendo más que nosotros. Nos sobra bibliografía y, como simples picapedreros, bordamos los epitafios. Por simple delicadeza, el Consejo de Ministros nos tendría que declarar una reserva estratégica.
Oye tú, deberíamos callarnos si queremos llegar a viejos. Ya sabes que a estos sitios los cuatro gatos que vienen sólo lo hacen para criticar.
Juan Carlos Mestre, Lince ibérico, La Casa roja

16.1.11

ascendientes

Peldaños. Somos.



Todo se ha escrito, todo se ha dicho, todo se ha hecho, oyó Dios que le decían y aún no había creado el mundo, todavía no había nada. También eso ya me lo han dicho, repuso quizá desde la vieja hendida Nada. Y comenzó.
Una frase de música del pueblo me cantó una rumana y luego la he hallado diez veces en distintas obras y autores de los últimos cuatrocientos años. Es indudable que las cosas no comienzan cuando se las inventa. O el mundo fue inventado antiguo.
Macedonio Fernández, Museo de la novela de la eterna

Lo que fue, será. Y, sin embargo, toda repetición es una diferencia.

14.1.11

en algún lugar seco


Imagen: Parkeharrison

Tú y yo vestidos confortablemente observando la línea recta mientras en el cielo las nubes corren como en la película que a veces sueñas hacer Tú y yo sin hilos observando la línea recta entre dos amarillos que antes fueron la masa amarilla y que nunca sabremos en qué demonios se convertirán ¡ni nos importa! Tú y yo en una casa alquilada sentados junto al ventanal la verdad dices es que podría llorar toda la tarde la verdad es que no tengo hambre y sí un poco de miedo a emborracharme otra vez sentados junto a un ventanal recto ¿no? mientras a nuestras espaldas los pájaros saltan de rama en rama y la luz de la cocina parpadea Tú y yo en una cama ¡allí estamos! observando las paredes blancas -dos perfiles que se continúan- ayudados por la luz de la calle y por la luz de nuestros corazones fríos que se niegan a morir.
R. Bolaño

11.1.11

dedos como plumas


Imagen: N Cowdroy

Se desmorona el techo y me acuerdo del cielo. Intento descifrar el oxígeno, el flujo desasido, caminando por plazas sin palomas, por leves descampados. Aún no soy ave y ya ardo en el pensamiento de las jaulas. Ser sucesivamente gárgola o papel o poema. Me retiene esta piel, estas falanges. En las líneas de tinta, oscura y escindida. Deseo de plumas, deseo de viento...

10.1.11

alas como brazos

Cuando los pájaros, mi yo se vuelve jaula. Todas las alas marcarán nuestros pasos.

Pero, ay, el viento...


Imagen: Walton Ford

A la gente las cosas les van mal, su dolor se alza gigantesco ante ellos, como una gran muralla. Se encuentran apresados en sus preocupaciones, grises y polvorientas como telarañas, y se agitan como moscas apretadas. A unos les falta el pan, y otros lo comen con amargura. Unos quieren saciarse y otros quieren ser libres. Aquí agita uno los brazos y cree que son las alas y que en cualquier momento, algún mes, algún año, levantará el vuelo desde las preocupaciones de su mundo.
A la gente, las cosas les iban mal. Ellos mismos labraban su propia suerte y creían que venía de Dios.
Joseph Roth, Hotel Savoy

7.1.11

agua como pájaros

Tiemblan todos los pájaros. Míralos. Tocando el aire tocando el suelo tocando el vuelo. También poetas como un ave que cae. Déjala caer. Háblame de esas alas en un grito de plumas, de los nidos que sangran todavía. De un árbol que no tiemble. Del pájaro de Dios como un ángel caído. Puesto que somos polvo, volemos. Sólo a pequeños saltos.



There's a bluebird in my heart that
wants to get out
but I'm too tough for him,
I say, stay in there, I'm not going
to let anybody see
you.
there's a bluebird in my heart that
wants to get out
but I pour whiskey on him and inhale
cigarette smoke
and the whores and the bartenders
and the grocery clerks
never know that
he's
in there.
there's a bluebird in my heart that
wants to get out
but I'm too tough for him,
I say,
stay down, do you want to mess
me up?
you want to screw up
the works?
you want to blow my book sales in
Europe?
there's a bluebird in my heart that
wants to get out
but I'm too clever,I only let him out
at night sometimes
when everybody's asleep.
I say, I know that you're there,
so don't be
sad.
then I put him back,
but he's singing a little
in there,
I haven't quite let him
die
and we sleep together like
that
with our
secret pact
and it's nice enough to
make a man
weep,
but I don't
weep, do
you?

Charles Bukowski, Bluebird

(Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir pero soy duro con él, le digo quédate ahí dentro, no voy a permitir que nadie te vea.
Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir pero yo le echo whisky encima y me trago el humo de los cigarrillos, y las putas y los camareros y los dependientes de ultramarinos nunca se dan cuenta de que está ahí dentro.
Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir pero soy duro con él, le digo quédate ahí abajo, ¿es que quieres meterme en un lío? ¿es que quieres arruinar mis obras? ¿es que quieres que se hundan las ventas de mis libros en Europa?
Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir a veces por la noche cuando todo el mundo duerme. Le digo ya sé que estás ahí, no te pongas triste.
Luego lo vuelvo a guardar, y él canta un poquito ahí dentro, no le he dejado morir del todo y dormimos juntos así con nuestro pacto secreto y es tan tierno como para hacer llorar a un hombre,
pero yo no lloro, ¿lloras tú?)

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