Mel Kadel, Drip Drip

31.12.10

primera noche último día


Imagen: Lars Henkel

Otro fin más de algo que se acaba.
Breves los días apilando minutos, intentando prolongar lo finito.
Deseo infantil de reciénllegados.
Quince mil millones de años ¿qué son? Son nada.
No existe el tiempo, tan sólo su medida.

Somos nuestro planeta. Una estrella olvidada. Un parpadeo.

Pensemos esto en el último minuto del año.

29.12.10

Sadovaya, 302

Cuando Margarita llegó a las últimas líneas del capítulo ... "Así recibió el amanecer del quince del mes Nisán el quinto procurador de Judea, Poncio Pilatos", llegó la mañana. Desde las ramas de los salgueros y tilos llegaba la conversación matinal, animada y alegre, de los gorriones. Margarita se levantó del sillón, se estiró y sólo entonces sintió que le dolía todo el cuerpo y que tenía sueño.
Es curioso, pero el alma de Margarita estaba tranquila.


Imagen: Ken Rosenthal


Hay que repetir que no cabía la menor duda de que el tres veces maldito piso número 50 estuviera habitado. Cogían el teléfono de vez en cuando y contestaba una voz crujiente o una gangosa; otras veces abrían la ventana e incluso se oía la música de un gramófono.
Estuvieron en el piso a distintas horas del día. Dieron una pasada con una red, examinando hasta el último rincón. En la casa, que estaba bajo vigilancia desde hacía tiempo, se vigilaba no sólo la puerta principal, sino también la entrada de servicio. Es más, había centinelas en el tejado junto a las chimeneas. Sin embargo, cuando iban al piso no encontraban absolutamente a nadie. El piso número 50 estaba haciendo de las suyas y no había manera de evitarlo.

Mikhail Bulgakov, El Maestro y Margarita

22.12.10

mano cerrada


Imagen: V Clavijo

En el hueco del pecho siento una piedra
luchando por volverse de carne.
Mármol con la delicadeza de una flor.
Y pálida y azulada desnudez.

¿Dónde templar el cuerpo?

No conozco los nombres de esa voz que me niega.
Me despoja la palma de una mano vacía
de espaldas a la gloria.

Qué hermoso tener dedos
para abrir las bolsas del grito
o una hilera de dientes en las manos
para cortar la palabra a ras de piel.

Pero en mano cerrada no entran moscas.

Y estas piedras que guardo no tienen apariencia de poema.

21.12.10

mano sana


Imagen: Atsushi Suwa

Mano diestra, siniestra, único órgano sano entre tanta insania. El pulso como llaga. Poesía como una rara reliquia. Fósiles en la médula del poema. Hasta los huesos son dulces. Corazón en mano. Lengua inerte. Mano incorrupta en un cuerpo difunto. Mano sana en un cuerpo incorrupto. Digo cádaver, exánime y deshabitado. Digo también putrefacto, infecto, descompuesto. Digo cenizas.

20.12.10

febril


Imagen: K Vojnar

El ascenso le pareció interminable; mantenerse a flote, casi insoportable, pero lo consiguió. Esa tarde aprendió a nadar sin brazos, como una anguila o como una serpiente.
Matarse, dijo, en esta coyuntura sociopolítica, es absurdo y redundante. Mejor convertirse en poeta secreto.


Roberto Bolaño, Estrella distante

18.12.10

síndrome Chandos

Mi caso es, en resumen, el siguiente: he perdido por completo la capacidad de pensar o hablar coherentemente sobre ninguna cosa. Al principio se me iba haciendo imposible comentar un tema profundo o general y emplear sin vacilar esas palabras de las que suelen servirse habitualmente todas las personas.


Imagen: Schiele

Esta fuerza del goce doloroso es el contenido completo de su vida. Sufre por tanto sentir las cosas, sufre por cada una de ellas y por todas juntas, por su singularidad y por la coherencia que las une, sufre por lo que de elevado poseen, lo sin valor, por lo sublime, por lo vulgar; sufre por sus estados de ánimo y sus pensamientos [...] No puede omitir nada. Ningún ser ni cosa ni fantasma -no le está permitido cerrar los ojos ante ningún fantasma nacido del cerebro humano. Es como si sus ojos no tuvieran párpados. No tiene el derecho de ahuyentar cualquier pensamiento que le impulse a afirmar que pertenece a otro orden, en su propio orden cada cosa debe encontrar su sitio. En él todo debe y todo quiere conocer [...] Esa es la única ley a la que se somete: no prohibir el acceso de una sola cosa a su alma.

Hugo von Hofmannsthal, Carta de Lord Chandos

(Versión: Mae)

16.12.10

narcotización

Bocaherida.


Imagen: Parkeharrison

En la universidad nos hicieron leer una vez sobre una gente a la que le enseñaron fotografías de enfermedades de las encías. Se trataba de fotografías de encías podridas y deformes y de dientes manchados, y la idea era ver cómo esas imágenes afectaban a la forma en que la gente cuidaba sus dientes.


A un grupo le enseñaron fotografías de bocas solamente un poco podridas. Al segundo grupo le enseñaron fotos de encías moderadamente podridas. Al tercer grupo le enseñaron bocas horriblemente ennegrecidas, con las encías descarnadas, en carne viva y sangrantes, y los dientes de color marrón o caídos.

El primer grupo de estudio siguió cuidándose la boca como siempre. El segundo grupo empezó a cepillarse y pasarse el hilo dental un poco más. El tercer grupo simplemente renunció. Dejaron de cepillarse y de pasarse el hilo dental y se limitaron a esperar que los dientes se les volvieran negros. A ese efecto el estudio lo llamó “narcotización”.

Cuando el problema parece demasiado grande, cuando nos enseñan demasiada realidad, tendemos a cerrarnos en banda. Nos resignamos. No hacemos nada porque el desastre parece inevitable. Estamos atrapados. Eso es la narcotización.

En una cultura donde la gente tiene demasiado miedo para afrontar las enfermedades de las encías, ¿cómo se puede conseguir que afronten las demás cosas? Como la polución o la igualdad de derechos. ¿Y cómo se consigue que luchen?

Chuck Palahniuk, Error humano

15.12.10

afasia

Re-conocer los nombres, eso es poesía.


Imagen: E Schiele

Ya va a hacer un año que decreté la instauración de un nuevo sistema del habla en mi casa. Todos somos considerablemente más felices desde entonces. No hay que pensar que lo hice porque el lenguaje que habíamos empleado hasta entonces no me pareciera eficaz y suficiente para comunicarnos. Prueba de ello es que lo estoy empleando aquí para comunicar, aunque sea en una medida remota e imprecisa, la naturaleza de esta nueva lengua. Además, su materia es esencialmente la misma de que estaba hecho el otro, ahora desechado y proscrito. Pero fueron, justamente, esa eficacia y esa suficiencia del antiguo lenguaje las que me lo hicieron, al final, exacto, preciso y, sobre todo, extremadamente tedioso. ¡Qué estupidez trágica, me dije, qué aberración tan tenaz de la especie es la de que las palabras correspondan siempre a la cosa y que el gato se llame gato y no, por ejemplo, perro!
Pero basta con no llamar a las cosas por su nombre para que adquieran un nuevo, insospechado sentido que las amplifica o las recubre con el velo del misterio de las antiguas invocaciones sagradas. Se vuelven otras, como dicen.

Llamadle flor a la mariposa y caracol a la flor; interpretad toda la poesía o las cosas del mundo y encontraréis otro tanto de poesía y otro tanto de mundo en los términos de ese trastocamiento o de esa exégesis; cortad el ombligo serpentino que une a la palabra con la cosa y encontraréis que comienza a crecer autónomamente, como un niño; florece luego y madura cuando adquiere un nuevo significado común y transmisible. Condenada, muere y traspone el umbral hacia nuevos avatares lógicos o reales. Digo reales porque las metamorfosis de las palabras afectan a las cosas que ellas designan. Para dar un ejemplo sencillo: un perro que ronronea es más interesante que cualquier gato; a no ser que se trate de un gato que ladre, claro. Pensemos, si no, un solo momento, en esos tigres que revolotean en su jaulita colgada del muro, junto al geranio.

Todos aquí ayudamos a difundir la nueva lengua. Concienzudamente nos afanamos en decir una cosa por otra. A veces la tarea es ardua. Los niños tardan bastante en desprender el significado de las palabras. Diríase que nacen sabiéndolo todo. Otras veces, especialmente cuando hablo con mi mujer de cosas arbitrarias, llegan a pasar varias horas antes de que podamos redondear una frase sin sentido perfecta.


Salvador Elizondo, El grafógrafo

14.12.10

agrafia

Instantes plenos de vacío, de intentos, de mutismos. Los mejores verbos poseen el silencio rebosante de discursos potenciales. El silencio de la prosa epiléptica, la imposiblidad de dormir bien. Una máquina de palabras averiada.

Imagen: G Sainz

Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que escribía y escribo viéndome escribir que recuerdo haberme visto escribir que me veía escribir que recordaba haberme visto escribir que escribía y que escribía que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribiendo que ya había escrito que me imaginaría escribiendo que había escrito que me imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo.

Salvador Elizondo, El grafógrafo

13.12.10

anoxia

Imagen: Basquiat

Le dijiste que Miguel Ángel era un maníaco-depresivo que se retrató a sí mismo como mártir flagelado en su cuadro. Que Henri Matisse dejó la abogacía por una apendicitis. Que Robert Schumann solamente empezó a componer después de que se le paralizara la mano derecha y eso terminara con su carrera de concertista de piano. [...]

Hablaste de Nietzsche y de su sífilis terciaria. De Mozart y su uremia. De Paul Klee y el escleroderma que le encogió las articulaciones y los músculos hasta matarlo. De Frida Kahlo y la espina bífida que le llenaba las piernas de llagas sangrantes. De Lord Byron y su pie deforme. De las hermanas Brönte y su tuberculosis. De Mark Rothko y su suicidio. De Flannery O'Connor y su lupus. La inspiración necesita enfermedad, heridas y locura.

-De acuerdo con Thomas Mann -dijo Peter- los grandes artistas son grandes inválidos.

Chuck Palahniuk, Diario. Una novela


Pues, vaya. Va a ser eso... mala suerte (me pregunto si cuentan la miopía o el hipo)

10.12.10

grafomanía (?)

¿Cómo puede alguien saber si una persona es o no un poeta?
Si un editor precisa cubrir un espacio en blanco en su revista y publica tu poema, entonces eres poeta. Si no, eres un grafomaníaco.
Nunca tuve suerte con los editores, de modo que pertenezco a la segunda categoría.

Isaac Bashevis Singer, La muerte de Matusalén

9.12.10

representaciones Valente-Schiele


Imagen: Egon Schiele, Der Lyriker, 1911

La cabeza ya ha sido abatida por los vientos o por un solo viento, solitario el viento y violento y triste. No la ha segado, la ha vencido. Se mantiene, sin embargo, viva; la frente grande, los grandes ojos abiertos, los colores intensos que encienden la faz de un pájaro no del todo rendido a su inmensa desgracia, la de no hacer reír y alimentar sin fin el llanto. Huracanado, el viento ha reducido hasta la horizontal, lo plano, el pensamiento. El cuerpo duramente lo sostiene. El cuerpo es la sola extensión sin fin del pensamiento. No hay cuello o no se ve. No hay tallo. No hay tallo que sostenga esta cabeza dolorosa. El hombro izquierdo de la triste figura, apenas descubierto bajo la oscura túnica parece cumplir esa función del tallo ausente.

La cabeza se inclina casi en la horizontal hacia el lado derecho. La capa oscura ocupa en vuelos amplios buena parte del cuadro. Pero no llega a cubrir ni el rojo intenso del desnudo sexo ni el tronco erecto que sube a un tiempo blanco y llameante hacia el perfecto ángulo que componen el brazo y la mano derechos sosteniendo la izquierda que sostiene a su vez a la entera figura. Manos de dedos y uñas incendiados. Casi en ángulo recto, las líneas de las manos y los dedos son el centro del cuadro. ¿El centro del pensar? Ardiéramos con ellos en lo nunca extinguible.

J. A. Valente, Der Lyriker, 1911, Schiele

5.12.10

hiber-nación


Imagen: Parkeharrison

Escribir. Darlotodosiempre en el sistema hostil. Desde la oscuridad y el frío. Encabronadamente. Porque sí. Para guardar memoria. Para guardar la ropa. Sumergirse. En la solvente soledad, desde el estremecimiento. Sin poética ni canon. Sin "frescura" (asco de "fresco", se pudre) Sólo en mí la humedad, sapos en mi cabeza y quién habita el texto. Llueve calmadamente sobre mi. Quizás.
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