Mel Kadel, Drip Drip

27.1.11

arquitectura ósea


Imagen: E Atget

En la ciudad, la lentitud es bella. Cierta vida furtiva ilumina los días. Esa luz, recortada por sombras y edificios. Esa existencia múltiple, confusa, irregular, de seres.

Si observamos delimitamos la inexactitud. Enero, sí, y casas lavadas por la lluvia sobre ese suelo húmedo. Piedra oculta. Lo único que poseemos es este segundo. Ni nuestra carne ni tan solo la arquitectura de nuestros huesos. Quizás una hora entera. El cuenco de las manos, ese café. Espejismo de carne. Lugar inhóspito.
En realidad, esa ciudad tampoco existe.

25.1.11

de cara a la pared


Imagen: Goya, Perro semihundido

Y en el sueño nocturno, de cara a la pared -en este cuarto solo como un cuarto de hora- nos succiona el abismo en el piso vacío.
Esa luz ya no existe, es la carne entre el caos, y hay un perro que ladra con nuestra piel humana.

Despertamos de pie,
ojos recién abiertos como una cerradura. Y en este cuarto, a tientas, nos tocamos las manos, suavemente.

Lámpara a plena cara como una estrella blanca
-luz al final del túnel- y miramos despacio a través del cristal: las torres del futuro no podrán ocultar los amplios firmamentos.

23.1.11

pero los muros


Imagen: A Suwa

Todos esos reflujos comienzan en mí. Mostradme la inserción de la tierra, la bisagra de mi espíritu, el atroz nacimiento de mis uñas. Un bloque, un inmenso bloque artificial me separa de mi mentira. Y ese bloque tiene el color que cada uno quiere. El mundo deja allí su baba como el mar sobre las rocas y como yo con los reflujos del amor.

Perros, habéis terminado de hacer rodar vuestros guijarros sobre mi alma. Yo. Yo. Dad vuelta a la página de los escombros. También yo espero el pedregullo celeste y la playa sin márgenes. Es necesario que ese fuego comience en mí. Ese fuego y esas lenguas y las cavernas de mi gestación. Que los bloques de hielo retornen a encallar bajo mis dientes.

Tengo el cráneo espeso, pero el alma lisa, un corazón de materia encallada. Carezco de meteoros, carezco de fuelles ardientes. Busco en mi garganta nombres, y algo como la pestaña vibrátil de las cosas. El olor de la nada, un tufo de absurdo, el estiércol de la muerte total. El humor ligero y rarefacto. También yo no espero sino al viento. Que se llame amor o miseria casi no logrará hacerme encallar sino en una playa de osamentas.

Antonin Artaud, L'Art et la mort

21.1.11

de huecos

Imagen: A. Vázquez
Alguien dijo que el misterio de un libro no está en su final, sino en su principio. Cada uno de mis libros deja atrás una época, un modo de estar, y después de cada uno viene un vacío, una incapacidad de sentir emoción. Como si de una enfermedad se tratase, todo se vuelve irreal: mi vida, la manera en que según observo se relacionan las personas, la falta de sentido en casi todo lo que oímos -pura palabrería sin soporte, sin raíz: telarañas de las que parece imposible desprenderse. Todo resulta entonces aleatorio: ya no sólo por la intrínseca movilidad y gratuidad de las cosas, por el azaroso vaivén de la vida, sino por esta confusión de lenguas, por el progresivo vaciamiento de las palabras.
Esa desesperanza, ese volverse todo ajeno cuando no claramente detestable o peligroso, lo atempera la escritura. Un poema, lo sabemos como lectores, es el lugar donde las palabras alcanzan a las cosas: en él late el hálito de lo que no estará o de lo que estará cuando uno ya no esté. Reconocer y nombrar lo descarnado, pero no perecer: conservar pensamiento y emoción y tejido con el mundo; así, el poema.

"Arrebato", la mítica película de Iván Zulueta, reivindicaba un cine-mundo, un cine que diese cuenta de la pausa, del parón, del vértigo temporal en una imagen. Ahora alguien me cuenta: “ayer estaba en la cocina, la cocina da a un camino en pendiente y llovía; sólo se veía agua que arrastraba barro, un río de barro que bajaba, y abajo, en el borde inferior de la ventana, el verde de las plantas que tengo allí”. Eso es pausa. O lo escasos que son los lazos verdaderamente fuertes. La enfermedad, sabemos, ocupa a veces el espacio del alma, es el alma: la falta de emoción. Después uno vuelve poco a poco en sí y encuentra lo que se va quedando en la cabeza.
El poema, como determinada pintura, parece resultar de una atención extrema, de ese hacernos melancólicos y extraños vigilantes de lo que está ahí, de lo que no somos y que por completo nos atrapa y nos ocupa. Lo que pasa al corazón.
Olvido García Valdés, El último tercio del siglo. Antología consultada de la poesía española

18.1.11

especie en extinción

Imagen: J C Mestre

Por Júpiter, camaradas, algo debemos haber hecho mal para que la gente sensible se aburra ya de escucharnos. ¿O es que acaso deberíamos tirar confeti en los recitales? Se acabaron los buenos tiempos cuando éramos multitudinarios. Ahora hay que ser gladiadores para salir en televisión. Nos tildan de cachivaches. Hay tanto botarate suelto. Por cierto, bien poco se nos agradece tamaño esfuerzo platónico. Se ignora que somos los inmortales en su versión resumida. Quién recuerda tantos elogios y loas, aquellos atajos al infinito cada Miércoles de Ceniza. No creo que tengamos manía persecutoria, pero aseguran que las encuestas dan ganadores a los cantantes. Adiós para siempre a las becas, good bye a los lectorados. Fastidia ver a los ciclistas corriendo más que nosotros. Nos sobra bibliografía y, como simples picapedreros, bordamos los epitafios. Por simple delicadeza, el Consejo de Ministros nos tendría que declarar una reserva estratégica.
Oye tú, deberíamos callarnos si queremos llegar a viejos. Ya sabes que a estos sitios los cuatro gatos que vienen sólo lo hacen para criticar.
Juan Carlos Mestre, Lince ibérico, La Casa roja

16.1.11

ascendientes

Peldaños. Somos.



Todo se ha escrito, todo se ha dicho, todo se ha hecho, oyó Dios que le decían y aún no había creado el mundo, todavía no había nada. También eso ya me lo han dicho, repuso quizá desde la vieja hendida Nada. Y comenzó.
Una frase de música del pueblo me cantó una rumana y luego la he hallado diez veces en distintas obras y autores de los últimos cuatrocientos años. Es indudable que las cosas no comienzan cuando se las inventa. O el mundo fue inventado antiguo.
Macedonio Fernández, Museo de la novela de la eterna

Lo que fue, será. Y, sin embargo, toda repetición es una diferencia.

14.1.11

en algún lugar seco


Imagen: Parkeharrison

Tú y yo vestidos confortablemente observando la línea recta mientras en el cielo las nubes corren como en la película que a veces sueñas hacer Tú y yo sin hilos observando la línea recta entre dos amarillos que antes fueron la masa amarilla y que nunca sabremos en qué demonios se convertirán ¡ni nos importa! Tú y yo en una casa alquilada sentados junto al ventanal la verdad dices es que podría llorar toda la tarde la verdad es que no tengo hambre y sí un poco de miedo a emborracharme otra vez sentados junto a un ventanal recto ¿no? mientras a nuestras espaldas los pájaros saltan de rama en rama y la luz de la cocina parpadea Tú y yo en una cama ¡allí estamos! observando las paredes blancas -dos perfiles que se continúan- ayudados por la luz de la calle y por la luz de nuestros corazones fríos que se niegan a morir.
R. Bolaño

11.1.11

dedos como plumas


Imagen: N Cowdroy

Se desmorona el techo y me acuerdo del cielo. Intento descifrar el oxígeno, el flujo desasido, caminando por plazas sin palomas, por leves descampados. Aún no soy ave y ya ardo en el pensamiento de las jaulas. Ser sucesivamente gárgola o papel o poema. Me retiene esta piel, estas falanges. En las líneas de tinta, oscura y escindida. Deseo de plumas, deseo de viento...

10.1.11

alas como brazos

Cuando los pájaros, mi yo se vuelve jaula. Todas las alas marcarán nuestros pasos.

Pero, ay, el viento...


Imagen: Walton Ford

A la gente las cosas les van mal, su dolor se alza gigantesco ante ellos, como una gran muralla. Se encuentran apresados en sus preocupaciones, grises y polvorientas como telarañas, y se agitan como moscas apretadas. A unos les falta el pan, y otros lo comen con amargura. Unos quieren saciarse y otros quieren ser libres. Aquí agita uno los brazos y cree que son las alas y que en cualquier momento, algún mes, algún año, levantará el vuelo desde las preocupaciones de su mundo.
A la gente, las cosas les iban mal. Ellos mismos labraban su propia suerte y creían que venía de Dios.
Joseph Roth, Hotel Savoy

7.1.11

agua como pájaros

Tiemblan todos los pájaros. Míralos. Tocando el aire tocando el suelo tocando el vuelo. También poetas como un ave que cae. Déjala caer. Háblame de esas alas en un grito de plumas, de los nidos que sangran todavía. De un árbol que no tiemble. Del pájaro de Dios como un ángel caído. Puesto que somos polvo, volemos. Sólo a pequeños saltos.



There's a bluebird in my heart that
wants to get out
but I'm too tough for him,
I say, stay in there, I'm not going
to let anybody see
you.
there's a bluebird in my heart that
wants to get out
but I pour whiskey on him and inhale
cigarette smoke
and the whores and the bartenders
and the grocery clerks
never know that
he's
in there.
there's a bluebird in my heart that
wants to get out
but I'm too tough for him,
I say,
stay down, do you want to mess
me up?
you want to screw up
the works?
you want to blow my book sales in
Europe?
there's a bluebird in my heart that
wants to get out
but I'm too clever,I only let him out
at night sometimes
when everybody's asleep.
I say, I know that you're there,
so don't be
sad.
then I put him back,
but he's singing a little
in there,
I haven't quite let him
die
and we sleep together like
that
with our
secret pact
and it's nice enough to
make a man
weep,
but I don't
weep, do
you?

Charles Bukowski, Bluebird

(Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir pero soy duro con él, le digo quédate ahí dentro, no voy a permitir que nadie te vea.
Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir pero yo le echo whisky encima y me trago el humo de los cigarrillos, y las putas y los camareros y los dependientes de ultramarinos nunca se dan cuenta de que está ahí dentro.
Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir pero soy duro con él, le digo quédate ahí abajo, ¿es que quieres meterme en un lío? ¿es que quieres arruinar mis obras? ¿es que quieres que se hundan las ventas de mis libros en Europa?
Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir a veces por la noche cuando todo el mundo duerme. Le digo ya sé que estás ahí, no te pongas triste.
Luego lo vuelvo a guardar, y él canta un poquito ahí dentro, no le he dejado morir del todo y dormimos juntos así con nuestro pacto secreto y es tan tierno como para hacer llorar a un hombre,
pero yo no lloro, ¿lloras tú?)

4.1.11

vuelo y memoria


Imagen: K Vojnar

Escribí un relato de tres líneas y en la vastedad de su espacio vivieron cómodos un elefante de los matorrales, varias pirámides, un grupo de ballenas azules con su océano frecuentado por los albatros y los huracanes, y un agujero negro devorador de galaxias.
Escribí una novela de trescientas páginas y no cabía ni un alfiler, todo se hacinaba en aquella sórdida ratonera, había codazos y campos minados, multitudes errantes que morían y volvían a nacer, cargamentos extraviados, hechos que se enroscaban y desenroscaban como una tenia infinita, los temas eran desangrados a conciencia en busca de la última gota, no prosperaba el aire fresco, se sucedían peligrosas estampidas formadas por miles de detalles intrascendentes, el piso de este caos ubicuo y sofocador estaba cubierto con el aserrín de los mismos pensamientos molidos una y otra vez, los árboles eran genealógicos, los lugares, comunes, y las palabras pesados balines de plomo que se amontonaban implacablemente sobre el lector agónico hasta enterrarlo.

Ángel Olgoso, Espacio, de Astrolabio

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