Imagen: V Clavijo
En el hueco del pecho siento una piedra
luchando por volverse de carne.
Mármol con la delicadeza de una flor.
Y pálida y azulada desnudez.
¿Dónde templar el cuerpo?
No conozco los nombres de esa voz que me niega.
Me despoja la palma de una mano vacía
de espaldas a la gloria.
Qué hermoso tener dedos
para abrir las bolsas del grito
o una hilera de dientes en las manos
para cortar la palabra a ras de piel.
Pero en mano cerrada no entran moscas.
Y estas piedras que guardo no tienen apariencia de poema.
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