Frases torcidas brotan de libaciones incontroladas, balbuceantes de la última copa. Si la razón crea monstruos, la ociosidad los prostituye. Las calles se aquietan y buscan el reposo del corazón dormido. Los adoquines sienten el dolor y las fachadas reflejan bien los años.
Calles desiertas como cuadros de Chirico. Plantas que sufren el otoño. Jardines intocables, Ofelia en los parterres y en los eriales, Kerouac en la estación de tren.
En las traviesas reside la voluntad del pájaro, su eterna volubilidad, desmadejada, las alas del instante, gris, tardías. Esas felicidades transitorias y el esternón que cae.
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