Mel Kadel, Drip Drip

11.6.12

rescate


Imagen: K Vojnar
























Tenía ganas de hacer algo para que ya no le quedara escapatoria. Tenía ganas de destruir brutalmente todo el pasado de sus últimos siete años. Era el vértigo. El embriagador, el insuperable deseo de caer. También podríamos llamarlo la borrachera de la debilidad. Uno se percata de su debilidad y no quiere luchar contra ella, sino entregarse. Está borracho de su debilidad, quiere ser aún más débil, quiere caer en medio de la plaza, ante los ojos de todos, quiere estar abajo y aún más abajo que abajo.

Milan Kundera, La insoportable levedad del ser

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Quememos las naves!
¿O ya no nos quedan ni barcos ni honra?

Mae dijo...

Me temo que ya no nos queda ni agua, querido anónimo.

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