Mel Kadel, Drip Drip

27.3.11

arquitectura oculta

Ciudad como descubrimiento de la propia individualidad frente a la multitud.


Imagen: Sasha & Cami Stone

Se sacudió, tragó saliva. Se pisó un pie. Luego tomó carrerilla y se subio al tranvía. En medio de la gente. En marcha. Al principio era como cuando uno está en el dentista, que coge la raíz con las tenazas y tira; el dolor aumenta, la cabeza está a punto de estallar. Volvió la cabeza atrás, hacia la pared roja, pero el tranvía volaba con él sobre los raíles, y sólo su cabeza quedó mirando hacia la prisión. El tranvia tomó una curva, se interpusieron árboles, casas. Aparecieron calles animadas, la Seestrasse; subió y bajó gente. Dentro de él, algo gritaba horrorizado: cuidado, cuidado, ya empieza. La punta de la nariz se le helaba, algo temblaba en sus mejillas.

"Zwölf Uhr Mittagszeitung", "B. Z.", "Die neuste Illustrirte", "Die Funkstunde neu". "Billetes, por favor". Los polis llevan ahora uniformes azules. Se bajó otra vez del tranvía sin ser notado, estaba entre personas. ¿Qué pasaba? Nada. Un poco de compostura, cerdo famélico, haz un esfuerzo o te parto la cara. Gentío, qué gentío. Cómo se agita. Mi sesera necesita engrase, seguro que estará seca. ¿Qué era todo aquello? Tiendas de zapatos, tiendas de sombreros, lámparas eléctricas, tascas. La gente tiene que tener zapatos para poder correr tanto, también nosotros teníamos una zapatería, no hay que olvidarse. Cientos de cristales relucientes, déjalos que brillen, no te irán a dar miedo, te los puedes cargar, qué pasa con ellos, los acaban de limpiar. Estaban levantando el pavimento en la Rosenthaler Platz, caminó con los demás por los tablones.

Uno se mezcla con los otros, todo se arregla, no notas nada, muchacho. En los escaparates había figuras con trajes, abrigos, con faldas, con medias y zapatos. Fuera todo se movía, pero... detrás... ¡nada! ¡Nada... vivía! Aquello tenía rostros alegres, se reía, aguardaba en el islote del tráfico frente a Aschinger en grupos de dos o de tres, fumaba cigarrillos, hojeaba periódicos. Estaba allí como las farolas... y... se quedaba cada vez más rígido. Formaba una unidad con las casas, todo blanco, todo de madera.

Alfred Döblin, Berlin Alexanderplatz

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