Mel Kadel, Drip Drip

20.7.10

pedazos de vida

Imagen: L Beltrán

He decidido dormir, pero no es posible. Y aquí estoy. Duermo mal, sólo faltaba julio para calentar mi cerebro. Canta pesado un grillo y un zumbido en mis oídos. Esas noches tan quietas. Un halo me rodea como un miasma cálido. No puedo ver. Unos pasos solitarios se alejan a través del balcón abierto en la ciudad callada.
Doy vueltas y vueltas en mi cabeza a lo último leído: Primo Levi y sus lemmings suicidas, el imperativo biológico de la supervivencia aun sin propósito definido. Existencialismo puro y duro, sin auxilios químicos. Sin prozac ni dudas. ¿Por qué no? Solo la hormona que inhibe el vacío existencial.
No me veo cayendo. No me veo y punto. Se trata de tantear y avanzar. Y pienso: es necesario el dolor, a veces cura ...
Y también dos huevos duros (y humor del bueno)
Por la mañana quedará lo que queda cuando amanece. La sustancia de la que construimos nuestros sueños. Llamémoslos Lemmings.

Pensaba una cosa en la que no había pensado hacía mucho tiempo, porque había sufrido demasiado: que el dolor no se puede arrancar, no se debe, porque es nuestro guardián. Muchas veces es un guardián imbécil, porque es inflexible, se mantiene fiel a sus consignas con fidelidad maniática, y no se cansa nunca, cuando las otras sensaciones, en cambio, se cansan, se desgastan, sobre todo las placenteras. Pero no puede uno suprimirlo, hacerlo callar, porque forma un todo con la vida, es su custodio.

Primo Levi, Cuentos Completos

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aunque resulte chocante, el dolor está hecho para defendernos. Si no nos doliera la tripa seguiríamos comiendo ese alimento nocivo hasta que reventaran nuestros intestinos. Si no nos dolieran las piernas, seguiríamos andando hasta desfallecer.
Pero claro, aquí están los listos del universo y usamos el dolor para torturar, para humillar, para extorsionar...
El calor del verano también es un mal necesario. Pocas cosas peores que las islas Canarias o esos lugares del mundo donde el tiempo es estable, suave, anodino. Gracias al calor del verano resurgimos, en plan catarsis, en el invierno, sin un millón de toxinas y malos pensamientos que se han ido diluídos en litros de sudor.

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