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Imagen: J Hernández |
El temor debería brillar sobre ellos como una luz, un sol de temor cuando se levanten, un sol de temor que les caliente el espinazo por la tarde, y un temor eléctrico que los alumbre por la noche, un temor claro y luminoso, hasta el punto de que, si el nuevo gobernante muere y es reemplazado por otro ser enfermizo, el terror permanecerá en ellos y en sus hijos durante generaciones, e incluso cuando esa fuente de miedo haya desaparecido, ellos seguirán buscándola, como si no pudieran vivir sin él.