O son ojos o estrellas o son piedras o ríos
lo que siento si toco despacio tus falanges,
tus dedos de raíces como ramas antiguas,
como vértebras dulces.
Te busco en el convento de los atardeceres,
-las campanas sonando,
la ermita de tu voz como rezos callados.
La lluvia en la cocina me recuerda tu ausencia,
el lirio en el rincón me recuerda que existes.
Y una granada sola fructifica y madura
como dos corazones de sangre en la arboleda.
La estrella entre los huesos al bajar las mareas
como sístoles lentas,
y la mano en la mano y esas cartas intactas
nos recuerdan el día, las salidas guardadas.
El fuego sobre el cielo a veces nos sorprende
cuando nos llueve el gozo.
La canción, el silencio.
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