En cierto modo, los parques son una pausa. Lugares llenos de nada, excepto aire, luz, pájaros y alguna gente perdida perdiéndose.
Significan una perturbación, un sesgo en nuestros rituales animalizados. El absoluto trivial, ese punto de fuga. O un agujero en nuestro espacio-tiempo, una fisura que nos muestra mundos paralelos, pequeñas regiones ajenas donde las variaciones son mínimas.
Significan una perturbación, un sesgo en nuestros rituales animalizados. El absoluto trivial, ese punto de fuga. O un agujero en nuestro espacio-tiempo, una fisura que nos muestra mundos paralelos, pequeñas regiones ajenas donde las variaciones son mínimas.
En las horas oscuras, en esos verdes pabellones, en su verde penumbra casi táctil o en su negrura, algunas formas apenas entrevistas poseen la profundidad del vacío. Esa oscuridad sugiere una discordancia, la antimateria. Después, todo continúa. Nada ha sido olvidado. Todo está y no está.
1 comentario:
En nuestra vida urbanita, ya sea en grandes ciudades, ciudades o, incluso, pueblos grandes, viviendo cada vez más de espaldas a la naturaleza, los parques suelen ser un reducto natural, artificialmente creado, para oír pájaros, ver vegetación... saber, o caer en la cuenta, de que no somos más que una parte y no el todo.
Si además hay muchos árboles, altos, tendrás la suerte de que los árboles te dejarán ver el bosque.
Publicar un comentario