Imagen: L Beltrán
Construyo mis moradas, mi casa de muñecas,
sobre los huesos de la incertidumbre
con la futilidad de las hormigas.
Mantengo los andamios erguidos,
las alacenas llenas. He nombrado a la piedra.
Un traje puede ser bien coraza o sudario
y las miradas huecas habitan la ciudad
y caen los pétalos desde la flor que llora
de las manos ineptas ancladas por el vértigo,
heridas por las altas catedrales
heridas por las altas catedrales
y los caminos de las antologías.
No es sencillo habitar un país presuroso.
Inspiro, expiro. Apago las estrellas.
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